La caja boba

(Escribe Adrián Freijo) – Aunque por unas horas la ANSES haya retornado a la “normalidad”, la gravedad del conflicto que subyace irresuelto anuncia nuevas tensiones y nuevas medidas de fuerza. La división gremial -una constante en esta etapa de la vida sindical argentina- la prepotencia y el maltrato a los empleados no alineados con la conducción oficial, ponen en evidencia a una repartición que como tantas otras ha sido vaciada por una administración ávida de dinero y entregada al saqueo de la corrupción. Las sombras de La Cámpora y de Boudou siguen flotando en el ambiente.

La vida de la ANSES pasa por uno de los momentos más delicados de su rica historia.
Convergen para ello tres factores determinantes que suponen un cóctel tan explosivo como preocupante, cuando tenemos en vista que de su correcto funcionamiento depende nada más y nada menos que el sistema previsional de la Argentina.
En primer lugar ya es inocultable que la repartición se ha convertido, desde los tiempos en los que Amado Boudou regía sus destinos, en una de las cajas predilectas del kirchnerismo. O al menos la única que hasta el momento no ha podido fundir…
El “préstamo” irresponsable de sus fondos ,supuestamente intangibles (como las reservas del BCRA), para los más insólitos emprendimientos -de allí salieron, por ejemplo, los millones de pesos malversados por Schocklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo- pone ya en duda la solidez de un sistema de por sí cuestionable en su paridad técnica y hace que muchos especialistas teman un colapso del sistema jubilatorio en un plazo que oscila entre los cinco y los diez años.
Los fondos salen a tasas de interés ridículamente bajas que, si es que alguna vez el Tesoro nacional quiere y puede devolverlos, serán seriamente afectados por un proceso inflacionario cuyo índice triplica el monto de las mismas.
A esto debe sumarse la politización de la conducción, hoy en manos de La Cámpora, lo que ha largado una verdadera caza de brujas en todas las delegaciones y un estado de malestar general que en ocasiones se expresa en el miedo de los trabajadores y en muchas otras en verdaderos enfrentamientos.
En Mar del Plata, bajo la conducción de Guadalupe Escaray, ex novia del cuestionado Vicepresidente y prima de Alejandro Vanderbroele, la situación ha llegado a un grado de tensión que hace casi imposible la presencia de la funcionaria en las diferentes sedes
de institución por el malestar que genera. A esto se agrega el autoritarismo de alguno de los responsables de las mismas que en el caso de la sede de la Avda. Luro ha llegado al punto de amenazar a trabajadores que se plegaron a la medida de fuerza.
Y el tercer ingrediente es la situación gremial que se ha generado, como en tantos otros organismos estatales o vinculados, por la existencia de diferentes representaciones que en todos los casos acompañan el devenir político que hoy divide al país en dos grandes fracciones.
Hacia fines de octubre de 2013 las diferencias entre el secretario general del SECASFPI, Carlos Ortega y su secretario adjunto ,Walter Vazquez se tornan insostenibles.
Con el apoyo de numerosos afiliados de distintas provincias Vazquez , critico del estilo personalista , antiestatutario y de los oscuros manejos de fondos inconsultos en comisión directiva, le comunica a Ortega su intención de participar como candidato a Secretario General con lista propia en las próximas elecciones que deberían haberse realizado en abril de 2014.
A partir de ese momento comienza una puja que aún no se ha definido en favor de ninguno de los contendientes y que tendría graves consecuencias para los trabajadores que optaron por la nueva agrupación pero y por sobre todo para la totalidad de ellos al momento de discutirse en paritarias las nuevas condiciones salariales ya que a un exiguo aumento muy por debajo de las expectativas inflacionarias para este año se suma la inamovilidad del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias que ubica a un elevado porcentaje de agentes por arriba del mismo.
Para tener una idea precisa de las con secuencias de esta distorsión baste con saber que el 70% de los empleados de ANSES verá evaporarse la totalidad del aguinaldo con el pago de la imposición.
Demasiadas cuestiones convergen en el conflicto y, más allá de las promesas incumplidas de los funcionarios en el sentido de acercar soluciones, es muy probable que éste continúe en los próximos días y que la situación siga deteriorándose a cada momento con las impensables con secuencias que sobrevendrán.
Un caso testigo del precio que el país está pagando por la continuidad del cada vez más ajado “relato”.