Con motivo de la llegada a la ciudad de Mar del Plata de los primeros turistas del año 2018, el intendente de General Pueyrredon, Carlos Fernando Arroyo, realizó una serie de declaraciones de público conocimiento que según algunos medios de comunicación locales, “despertaron la polémica”.
Sin embargo, no hay polémica alguna; no es el primer desatino que el funcionario comete en cuestiones de Género, evidenciando su poca preparación en el tema (baste a modo de ejemplo sus expresiones del año pasado, en que catalogó a la Violencia de Género como “una moda” en el marco del femicidio de la adolescente Lucía Pérez).
No nos referimos únicamente a la frase más veces reproducida, aquella que considera la necesidad de pedirle a una “chica bonita” que conseguir inversores; la misma es explícita en el sentido de reducir a las mujeres a objetos de consumo. Son también las otras afirmaciones por él manifestadas las que debieran llamar la atención de los medios y de la comunidad; se trata de un discurso que parte de un paradigma heteronormativo (dar por sentado que todas las personas son heterosexuales), atravesado por concepciones tradicionales respecto del rol de las mujeres que, aunque él indique no saber “por qué motivo” el machismo “es una enfermedad en la Argentina”, se fundan en él. Un claro ejemplo de ello se vislumbra en su afirmación de que las mujeres somos iguales a los hombres, o hasta “un poco mejor”, porque la mujer nació para ser madre, desconociendo que la maternidad no es un destino ni un mandato biológico, antes bien, debiera ser la elección libre de cada mujer. Y decimos debiera porque a veces ello no es posible, debido a la falta de acceso a métodos de anticoncepción en las salas de salud pública, o a la falta de información. Y ello nos lleva a otro punto, el de la educación.
El señor intendente indicó acertadamente que la solución a la Violencia de Género es la educación y la cultura; sin embargo, poco se puede avanzar en este sentido si no se aboga por la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral para todos los niveles del sistema educativo. Y es que así, el propio intendente estaría en condiciones de tomar conciencia que la Violencia hacia las mujeres adopta diferentes formas, no solamente física, sino también simbólica. Como la que él ejerce en sus dichos. La Violencia Simbólica figura como tipo en la Ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales y no puede ser desconocida por un funcionario de su rango.
Por otro lado, genera alarma que Arroyo, a pesar de criticar al machismo y señalar una y otra vez que la única solución posible a este flagelo es la educación (para lo cual propone una campaña publicitaria), no duda en incluir a los Femicidios dentro de la inseguridad, desconociendo que se trata de un tipo específico de delito que nada tiene que ver con los hechos que engloba aquella.Desde el Frente de Mujeres de Unidad Ciudadana repudiamos las expresiones del Intendente Carlos Arroyo, pues como representante del Poder Ejecutivo local, recae sobre él una gran responsabilidad, y debe estar a la altura de las circunstancias