Un grupo de trabajadoras se han convertido en heroínas para una población griega duramente golpeada por la austeridad.
La razón: se negaron a partir en silencio cuando fueron despedidas de sus puestos de trabajo. Se han enfrentado con la policía y acamparon durante meses en el centro de Atenas.
A primera vista, el campamento improvisado y desordenado no da la impresión de ser el epicentro de una protesta que conmovió a Grecia – y dio al gobierno más de un dolor de cabeza. Hay una carpa con un colchón inflable, algunas sillas de plástico, una mesa, una nevera y un horno microondas.
Carteles con dibujos de guantes de goma rojos que aprietan el puño o hacen la señal de la victoria adornan los pilares de hormigón.
En una pancarta hecha a partir de una sábana se lee en grandes letras rojas: “Protesta de las empleadas de limpieza del Ministerio de Hacienda”.
Cerca de 600 mujeres que limpiaban las oficinas del Ministerio en todo el país fueron despedidas hace 16 meses como parte de los recortes del sector público exigidos por los acreedores de Grecia.
Se han convertido en un desafiante emblema del descontento que parece estar a punto de llevar al joven partido de izquierda Syriza al poder a finales de este mes – y que podría cambiar el futuro de Europa.
Trabajaron desde niñas
Muchas de las empleadas de aseo nacieron en la pobreza rural y han trabajado desde que eran niñas.
Lily, de 46 años, me da la bienvenida al campamento. Creció en un pueblo de montaña en el norte de Grecia, ayudó a su familia en el campo y se fue de casa a los 16 años para trabajar en hoteles de Corfú.
Ahora las pensiones de sus ancianos padres se han reducido y más de la mitad de sus ingresos se va en medicamentos.
Pero ellos la apoyan. “Lo que nos salva”, dice, “es que en el pueblo, mi madre tiene una pequeña huerta. Aparte de la carne, todo lo que comemos viene de allí. Los tomates, pimientos, calabacines, fríjoles, ensalada .”..
Hoy en día, así es como muchos griegos sobreviven – al menos los que tienen la suerte de tener un poco de tierra en el pueblo.
Anastasia Nomikou, de 49 años, vive en Perama, uno de los suburbios más pobres de Atenas, cerca de las refinerías de petróleo. Ella nos dice que empezó a trabajar en una fábrica de zapatos en el puerto de El Pireo a los 13.
Su exmarido, cuatro años mayor, comenzó a seguirla a su casa y pidió su mano en matrimonio. “Yo no sabía lo que estaba pasando. Yo todavía estaba jugando con muñecas”, dice ella.
Dina Papoutsi fue enviada a Atenas a los 13 años para ser aprendiz de costurera. Trabajó cosiendo vestidos de novia y nunca regresó a la escuela.
Pero en la década de 1980 y 90 llegaron a Grecia productos más baratos desde el extranjero. Las fábricas cerraron o fueron reubicadas en busca de mano de obra barata.
Tanto el Partido Socialista, Pasok, como el conservador Nueva Democracia entregaron empleos en el sector público a sus partidarios.
Empleos por votos
Así es como Papoutsi, ahora cerca de la edad de jubilación, se convirtió en una empleada de limpieza del gobierno hace 20 años.
Le pidió al parlamentario que representaba a la aldea de su marido ayuda para encontrar algo para ella. “Y como yo no sabía las letras, me dijo: ´Voy a ponerte en algún lugar como trabajadora de limpieza´”.
Su hija, María, de 33 años, interrumpe desde el balcón de su pequeño apartamento en un suburbio de Atenas: “Rousfeti – empleos a cambio de votos”.
Algunas personas sienten molestia contra las empleadas de aseo del Ministerio de Hacienda, diciendo que han tenido una vida fácil todos estos años y ahora se quejan porque han perdido sus privilegios.
Pero Papoutsi me dice que ella viajaba por horas en los autobuses todos los días para llegar a su trabajo.
Hasta 2005, cuando el gobierno conservador les dio trabajo permanente, las empleadas de limpieza no tenían estabilidad, vacaciones pagas, ni derecho a la licencia de maternidad.
Están luchando, asegura una de ellas, por los derechos de todos los trabajadores, que han sido reducidos drásticamente bajo los planes de ajuste económico.
Eso incluye a los empleados de las empresas privadas que se han apoderado de sus antiguos puestos de trabajo. Yannis Karouzos, quien se describe a sí mismo como un abogado laboralista conservador, asegura que en Grecia el empleador se ha “convertido en el rey”.
“Ahora puede llamar a un trabajador a su oficina y le piden aceptar salarios más bajos. Si se niega, lo despiden sin ningún problema”, dice Karouzos.
Él representa a las empleadas de limpieza en su batalla legal. El año pasado, cuando las reubicaron en un contrato de medio tiempo a la espera de su probable despido, demandaron al gobierno por incumplimiento de contrato.
Un tribunal ordenó su reintegro inmediato, pero el gobierno apeló ante el Tribunal Supremo de Grecia. La sentencia definitiva está pendiente para el 24 de febrero – y Karouzos sugiere que el resultado dependerá de qué partido esté en el gobierno.
La esperanza
A una semana de las elecciones, las encuestas indican que es probable que las gane Syriza, que ha prometido acabar con la austeridad, renegociar el acuerdo de rescate de Grecia y restaurar los derechos laborales.
Syriza ha cultivado una estrecha relación con las empleadas de limpieza, ayudándolas con pagos de servicios públicos, alimentos y sobre todo con la publicidad.
Hay una larga tradición en Grecia de movimientos independientes cooptados por partidos políticos.
Pero Dikaios Psikakkos de Solidaridad para Todos, un proyecto comunitario de Syriza, se ríe ante la sugerencia de que las empleadas de limpieza son marionetas de Syriza.
“Eso sería genial, pero no está sucediendo”, dice. “No son niñas pequeñas. Han estado trabajando durante muchos años. Ellas escuchan a todos los que las apoyan, pero al final toman sus propias decisiones”.
Kyriakos Mitsotakis, ministro para la Reforma Administrativa, dice que Grecia ha estado bajo una gran presión de sus acreedores: “Hemos tenido que despedir, a finales de 2014, 15.000 empleados del sector público. Intentamos hacerlo de una manera tan justa y objetiva como nos fue posible ”, dice.
“También dejamos muy claro desde el principio que el establecimiento de objetivos cuantitativos para los despidos no es la mejor manera de acometer la reforma de la administración pública.
Lamentablemente nos encontramos con una realidad muy dura -. Si no despedimos a la gente, no nos dan el dinero”.
Pero las empleadas de limpieza argumentan que el gobierno optó por despedir a los más débiles y vulnerables – y que las despidieron a ellas porque nadie pensó que protestarían. Para ellas, y para los cientos de miles de personas que han sido devastadas por la austeridad, Syriza ahora se ve como la única esperanza. Desilusionadas con los partidos tradicionales que llevaron a Grecia a este punto, ansiosas por obtener alivio de interminables recortes y aumentos de impuestos, los griegos se están yendo a un joven partido de izquierda y su líder, Alexis Tsipras.
En Bruselas y Berlín, la idea de una victoria de Syriza es motivo de ansiedad. Pero en el campamento de las empleadas de limpieza frente al Ministerio de Finanzas griego, abunda la esperanza en que Tsipras no sólo va a ganar, sino que va a cumplir sus promesas.
Fuente: BBC