Voy a pedir una Junta Médica que dictamine sobre la salud del intendente. Quiero saber si el señor Arroyo está bien, si está en condiciones de gobernar. Incluyendo todas las consideraciones humanas que correspondan, la salud psíquica y física de un gobernante es una cuestión pública.
Asi se expreso el Arquitecto Marcelo Artime, pre candidato de Accion Marplatense, y tambien dijo:
Todo el tiempo el gobierno municipal es noticia por las incoherencias y comportamientos extraños del intendente. Se incurre en absurdos, se multiplican las extravagancias.
La última ocurrió esta mañana. Frente a una ciudad desconcertada por la poca seriedad de un gobierno que no hace nada, miente y pierde el tiempo, Arroyo lanzó su campaña para una incierta reelección en el año 2019.
Mientras faltan casi tres años del mandato actual y todavía no se hizo nada bueno, el intendente lanza una nueva postulación.
Hace poco el señor Arroyo, confundiendo sus tareas, desembarcó acompañado por la Policía en la pacífica dirección de una escuela. Poco antes, en lo que pareció una comedia disparatada, dijo que «no prohibía, pero no autorizaba» las fiestas electrónicas, gastando casi una semana de gobierno en el desorientado tránsito de ese laberinto lógico. Previamente mencionó a la violencia de género «como una moda» en un contexto de brutales femicidios. Con anterioridad, había sorprendido anunciando «el arresto de quienes tiren basura en la calle». Todo ello, que en modo alguno es lo único, estuvo precedido en su momento por el disparatado anuncio de «un Plan Secreto» para el medio ambiente y, a poco de asumir, por el «temor a un tsunami que podría ocasionar en Mar del Plata el desprendimiento del Cuerno de África» (región de África oriental ubicada donde desagua el Mar Rojo).
Sobre estas cuestiones, que abundan, la respuesta de muchos es el murmullo jocoso y la hipocresía. Como si las cosas que atiende el estado municipal fueran irrelevantes y diera lo mismo gestionar que no hacer nada. Como si la seguridad, el trabajo, la salud, la educación o la cultura no fueran importantes y nos pudiéramos tomar cuatro años en clave de sainete, jugando a las ironías y achacándole solo a uno lo que nos interroga a todos.
Funcionarios del más alto nivel, concejales y allegados que se entrevistan con Arroyo expresan asombro o preocupación en privado. Muchos de ellos después, por interés político o para cuidar su cargo, cambian su discurso en público. Especulan, disimulan y no se hacen cargo.
Por mi parte, me hago responsable de lo que digo: la ciudad no se merece el doble discurso. Voy a agotar todas las instancias para que de un modo institucional y científico una junta médica dictamine respecto de las condiciones de salud del señor Arroyo. Si las diferencias enormes entre cómo se procede y cómo pensamos que se debiera proceder son solo diferencias de orden político, tendremos la tranquilidad de que solo se trata de una pésima gestión.