MONSEÑOR MARINO DIO EL ULTIMO ADIOS AL PADRE VICTOR DEMSAR

 
El Obispo de Mar del Plata, Monseñor Marino presidió la misa exequial del sacerdote Víctor Demsar, sacerdote marplatense del clero diocesano fallecido ayer a los 58 años de edad. La misa de cuerpo presente, estuvo concelebrada por unos cuarenta sacerdotes que acompañaron y oraron por el eterno descanso del padre Víctor, también estaba su mamá de 87 años y una de sus hermanas, gran cantidad de fieles que se acercaron para darle el último adiós. La eucaristía se realizó en la parroquia Cristo Resucitado, ubicada en Nápoles y Friuli, barrio el Martillo, donde el sacerdote fue cura párroco por muchos años.

“Dios nos sigue incitando con la muerte de sacerdotes. En diciembre tuve la alegría de ordenar como presbíteros a dos jóvenes diáconos pero desde octubre del año pasado, esta es la cuarta vez que presido la misa exequial de un sacerdote. El padre Víctor, ejerció su ministerio en este lugar, durante muchos años, cuando esto era una cuasi parroquia. Por eso acá mismo lo despedimos. Los sacerdotes somos siempre un don de Dios, más allá de nuestros méritos, y por encima de nuestros límites, así nos reconoce el pueblo de Dios, servidores de su palabra, administradores de su gracia, representantes de la autoridad del mismo Cristo, no valemos por lo que humanamente somos, sino por el misterio de gracia que nos habita y por ser instrumentos de la divina misericordia”, inició diciendo el obispo en su homilía.

“El padre Víctor, fue un simple instrumento, ya no está más entre nosotros, pero nosotros celebramos la eucaristía por él, lo hacemos animados por la palabra de Dios e instruidos por la Iglesia”, expresó monseñor Marino.

Más adelante relató, “anteayer lunes fui a visitarlo a la casa de las hermanas misioneras de la caridad, poco después llegaba el padre Alejandro Martínez, celebramos la misa en su habitación. Fue muy consolador comprobar los cuidados maternales de las hermanas. Una de ellas, muy consciente de que Víctor estaba en su última agonía, me dijo, ‘quizás él estaba esperando esto antes de partir’. Rezábamos en voz alta porque el médico aseguraba que a pesar de tener los ojos cerrados, escuchaba bien, y mantenía consciencia. Aprovecho para agradecer el testimonio inapreciable de caridad de estas dignas hijas de Teresa de Calcuta, a quien pronto la Iglesia reconocerá como Santa, lo han cuidado como solo ellas saben hacerlo. En nombre de todos expreso mi agradecimiento al padre Alejandro Martínez, quien desde hace mucho tiempo ha procurado hacer lo posible que podía por él, y al padre Gabriel Mestre quien ha mostrado con hechos las exigencias de la caridad”.