De la mano del «Chapa» Retegui, la Selección Argentina de hockey masculino hizo historia, concretó el sueño de todos y ganó la medalla de oro en Río de Janeiro, tras derrotar a Bélgica 4 a 2 en una final teñida de celeste y blanco.
El equipo del «Chapa» Retegui hizo historia en los Juegos Olímpicos y consiguió una medalla de oro buscada, merecida, pero para muchos impensada.
El Seleccionado Masculino de hockey se convirtió este jueves en una mezcla de la Generación Dorada y Las Leonas. Emularon a los «monstruos» del básquet y se subieron a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Rïo de Janeiro. Continuaron, entre los hombres, esa mística que comenzaron las chicas con sus cuatro medallas olímpicas, injustamente ninguna de oro, y los dos títulos mundiales. El marplatense por adopción, Carlos Retegui, llevó al deporte nacional a lo más alto, Los Leones le ganaron una dramática final a Bélgica por 4 a 2 y llegó al olimpo, alcanzó el sueño dorado y se metió definitivamente en la historia del deporte.
La muestra más importante de la madurez y la grandeza de Los Leones fue lo rápido que se repusieron de un duro golpe de entrada. No es fácil, en la primera final a este nivel y con la ilusión a cuestas, recibir un gol a los dos minutos y lograr mantenerse en eje, no salirse del libreto y hacer lo que los depositó en esta instancia. El desvío de Tanguy Cosyns, apenas comenzado el partido que no pudo detener Vivaldi, fue un baldazo de agua fría. Pero el equipo de Retegui, lejos de caerse, sacó sus garras y fue con todo en busca de la igualdad. Y no sólo que lo consiguió, sino que dio vuelta el marcador y se fue al primer descanso en ventaja.
Primero, de un córner corto, salió una jugada colectiva perfecta para que Pedro Ibarra sentenciara el 1 a 1. Luego, Lucas Vila manejó la bocha luego de un tiro libre y asistió a Ignacio Ortiz que superó al arquero belga y marcó el festejadísimo 2 a 1
Los europeos quisieron mostrar reacción y salieron con todo al segundo cuarto, atacando por todos lados y consiguiendo los dos primeros cortos. El desaprovechamiento de esas acciones, agrandó aún más a los argentinos que sí tuvieron uno y no lo dejaron pasar. El que se hizo cargo ahora fue Gonzalo Peillat, el goleador nacional, y puso la bocha contra el palo derecho para el 3 a 1 que acercaba al objetivo. La necesidad de Bélgica se transformó en desesperación, ya no atacó con tanta claridad y hasta perió a Charlier con tarjeta verde para el cierre del capítulo y el comienzo del tercer parcial.
Con personalidad, con autoridad, el partido se jugaba como pretendía Argentina, con Bélgica apurado, chocando una y otra vez con la buena defensa nacional, que estaba siempre atenta y cortaba todos los circuitos. Encima, cuando Bélgica ganó dos córners cortos, la protesta de Los Leones dieron resultado y el árbitro cambió el fallo. Los Leones eran un equipo maduro, consistente, firme en defensa y listo para romper de contra ataque. Cuando cumplía el objetivo de llegar a los 15′ finales con esos dos goles de ventaja, una jugada «maradoniana» de Boccard a 7 segundos de la chicharra, le dio vida a Bélgica y llevó a un último cuarto dramático.
Ese gol no tenía que cambiar el foco y Los Leones volvieron al campo concentrados al máximo, mostrando que no les había hecho mella el descuento y se pararon en terreno rival, lo más lejos posible de Vivaldi, para achicar el margen de error. El estadio de Deodoro era un infierno, con una multitud argentina alentando al equipo de Retegui que continúa con su repertorio a la perfección, mientras los minutos se consumían. Un córner corto por no respetar los cinco metros en la reposición enmudeció las almas nacionales, pero fallaron en el desvío y la gloria estaba a 5′. Otra jugada detenida, que dejó dudas en la sanción, volvió a ser desperdiciada y ahora restaban 3’15». El técnico belga se la jugó, sacó al arquero y puso toda la carne al asador. Pero Argentina defendió con alma y vida, cuidó la pelota, defendió cuando hizo falta y se jugó la vida en la última pelota, la recuperó Mazzilli y se metió al arco con bocha y todo, para decretar la hazaña, el sueño olímpico, y meter a Los Leones para siempre en la historia del deporte nacional.