La metalúrgica Bonano comenzó a producir cabinas sanitizantes en Mar del Plata

Desarrollaron dos modelos que rocían automáticamente un químico que reduce notablemente la carga viral. Donaron dos al CEMA y al HIGA. Clubes, escuelas, instituciones y distintas empresas ya están adquiriéndolos.

Los dos modelos de cabinas sanitizantes producidos en Bonano.

La empresa metalúrgica Bonano lanzó recientemente al mercado cabinas sanitizantes de excelente calidad producidas en su planta ubicada dentro del Parque Industrial de Mar del Plata. Dichos artefactos ya están siendo adquiridos por escuelas, instituciones y empresas de distintos rubros dentro de las medidas implementadas para mitigar el avance de la pandemia de Covid-19 y disminuir el riesgo de contagio.

A partir de la experiencia desarrollada en otros países, la reconocida firma marplatense puso en marcha la producción de dos modelos de estas cabinas, que están preparadas para funcionar con una amina cuaternaria que baja la carga viral en pocos segundos en la ropa y las extremidades sin irritar la piel ni hacer mal a los ojos.

A menos de una semana de su lanzamiento al mercado, representantes de Bonano dialogaron con LA CAPITAL sobre su desarrollo y señalaron que mientras distintas empresas ya realizaron pedidos para implementarlas en sus espacios de trabajo, la firma fabricante donó dos cabinas a la comunidad, una al Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (CEMA) y otra al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde fueron “muy bien recibidas” y ya se encuentran funcionando en perfectas condiciones.

El proceso químico que despliegan estas cabinas es “simple, rápido y efectivo”, precisaron desde la empresa desarrolladora, que se nutrió de prototipos creados en distintas partes del mundo para crear uno propio, de buena calidad y a un valor “accesible”.

Se trata de un artefacto tecnológico que por medio de inyectores controlados por sensores de movimiento rocía a modo de neblina una sustancia sanitizante diluida en agua.

Estas cabinas podrían estar ubicar en los accesos a bancos, fábricas, escuelas, centros comerciales cerrados y todo lugar con gran circulación de personas.

El funcionamiento es sencillo. La persona ingresa a la cabina y realiza un giro de 360 grados con las manos en alto. Entonces, los sensores de la cabina se activan de manera automática y a través de sus inyectores rocía -en no más de cinco segundos- el químico sobre las extremidades, lo que permite desinfectar las manos, la ropa y el calzado, ya que cuenta con una bandeja con una alfombra que se embebe del producto que va cayendo.