Al pueblo argentino,
En las elecciones generales, no sólo respaldé, sino que defendí con convicción y pasión a
Javier Milei, creyendo en valores, principios y una nueva visión para nuestro querido país.
Pero hoy, con un sentimiento de profunda indignación y desencanto, me veo en la necesidad
de alzar mi voz para comunicar que no puedo, ni voy a acompañar esta sorpresiva alianza
entre el partido de Milei, Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
La pregunta sobre “la casta” ha inundado esta campaña, y me veo forzado a cuestionar: al
final del día, ¿quién resultó ser la verdadera casta? Es evidente que la ilusión de nuestra
juventud, sedienta de autenticidad y cambio, ha sido traicionada al observar que se pacta con
personajes que encarnan lo que se prometió combatir.
Quiero que quede algo muy claro: en la vida, la dignidad no se vende ni se negocia. Y,
aunque se proclame lo contrario, no todo es lo mismo. Patricia Bullrich no sólo ensucia la
esencia de la propuesta inicial, sino que desvirtúa y contradice frontalmente los pilares que
me motivaron a respaldar a Milei. No voy a compartir un mismo esfuerzo político con
alguien que es la encarnación del castigo al pueblo trabajador, como lo demostró en sus
reiterados pasos por el poder. Por estas razones, y pese a todo lo que prometía ser un nuevo
futuro para la Argentina, tomo la firme decisión de desvincularme de esta nueva alianza.
Mi lealtad con el bienestar de los trabajadores es absoluta, y cada decisión que tomo se guía
por la transparencia y la necesidad de ofrecer a los argentinos coherencia y verdad. Y es
fundamental que se entienda: la patria no está en peligro. La patria somos todos nosotros,
argentinos perseverantes, que día a día luchamos por salir adelante frente a los innumerables
desafíos de nuestro país.
Argentina necesita una reforma laboral que proteja a los trabajadores y sus organizaciones. A
pesar de los desafíos, somos los argentinos, con nuestra integridad y amor por nuestra tierra,
quienes construimos el país que deseamos. Es crucial subrayar que ningún plan de gobierno
debe enfocarse en suprimir al adversario. El peronismo es parte de nosotros, de nuestra
historia y lo seguirá siendo. Intentos pasados de silenciar voces han generado divisiones y
consecuencias dañinas, en especial para los argentinos que se levantan y salen a trabajar todos
los días. Todo cambio debe ser inclusivo y respetar las tradiciones que nos definen como
argentinos.
Con respeto, esperanza y firme en mi convicción,
Luis Barrionuevo