Peronismo o Motosierra: El Proyecto de Nación Está en Juego

Por Cristian Galeano secretario de juventud del Partido Justicialista de Mar del Plata/ Refertente de la Agrupación Peronista Olazabal.

 

MAR DEL PLATA NO ES AJENA
Este plan de gobierno, disfrazado de “libertad”, ha significado en la práctica un retroceso violento en derechos sociales, calidad de vida y producción nacional. Las consecuencias son palpables en todo el país, pero particularmente crudas en ciudades como Mar del Plata, donde el deterioro social avanza sin freno.
El puerto está paralizado, los barcos no salen, la pesca se reduce al mínimo y cientos de trabajadores quedan a la deriva. La industria textil, orgullo de generaciones de marplatenses, agoniza frente a una oleada de importaciones indiscriminadas que arrasan con la producción nacional. Y lo que alguna vez fue una capital del turismo popular argentino, hoy sufre el éxodo de visitantes hacia el exterior, producto de una política cambiaria que privilegia a unos pocos y deja al país sin consumo interno.
La combinación de estos factores ha detonado una crisis social profunda: desempleo creciente, comercios que cierran, jóvenes que emigran, familias que no logran cubrir lo básico. Mar del Plata se convierte así en un espejo doloroso del fracaso del modelo mileísta. Y frente a esta realidad, el intendente Guillermo Montenegro mira para otro lado. Su gestión, ausente y subordinada al gobierno nacional, ha sido incapaz de defender la producción local, el empleo o las necesidades urgentes de su pueblo. Su silencio es complicidad. Su inacción es abandono.
Mientras se cierran fábricas, se congelan salarios y se recortan jubilaciones, Milei le da la espalda al trabajo argentino, al mercado interno y a las economías regionales. Con la motosierra destruye lo que costó décadas construir: universidades públicas, hospitales, cultura, ciencia, industrias, PyMEs, y sobre todo, la dignidad del pueblo trabajador.
Perón nos enseñó que el trabajo no es una mercancía, sino un pilar moral y estructural de la Nación. El trabajo dignifica al hombre, lo hace libre, lo une a una comunidad. Por eso también sostenía que una Nación justa debe ser una comunidad organizada, no un campo de batalla donde el más fuerte se impone por sobre los derechos de los demás. El individualismo extremo que propone Milei, bajo el disfraz de “libre mercado”, anula toda posibilidad de un proyecto nacional solidario y soberano.
Frente a este panorama, gobernadores como Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires representan otro modelo: uno que protege la producción, la educación, la salud, y el empleo. Kicillof apuesta por un Estado presente, que acompaña a las familias, a los pequeños empresarios y a los trabajadores. Que invierte en infraestructura, en viviendas, en escuelas y hospitales, mientras la Nación se retira. Su postura es clara: no se sale del pozo destruyendo el Estado, sino poniéndolo al servicio del pueblo.
Compañeros y compañeras: no se trata solo de estadísticas, se trata de seres humanos, de vecinos, de trabajadores y trabajadoras que no llegan a fin de mes, que vuelven a prender la garrafa porque el gas no les alcanza, que dejan de comer para pagar el alquiler. Se trata de un pueblo que está siendo empujado al abismo por un gobierno que no lo representa.
Defendamos nuestra historia, nuestro trabajo, nuestra patria. Levantemos la bandera de la justicia social, de la soberanía económica y de la independencia política. No hay futuro sin dignidad, no hay libertad sin justicia, no hay patria sin el pueblo.