Pantalón cortito, rodillas anchas, patitas flacas

Esta crónica anhela ser un merecido reconocimiento a la trayectoria periodística de Néstor Pati Gambini, un laburante de los medios, un ferviente admirador del fútbol que a lo largo de su vida aprendió del boxeo, como decía el gran Muhammad Ali, que los hombres, que los campeones no se hacen en gimnasios, están hechos de algo inmaterial que tienen muy adentro. Es un deseo, un sueño, una oportunidad, una visión, un golpe de suerte…

“Pantalón cortito
bolsita de los recuerdos
pantalón cortito
con un solo tirador”

José Carbajal

 

En su libro “Historia de la eternidad” Jorge Luis Borges reflexionó sobre la perpetuidad, se ocupó puntillosamente del tiempo y del espacio, de la realidad de la que todo es copia. En uno de los párrafos introdujo una cita del filósofo Bertrand Russell en la cual el escritor británico describió las características de las denominadas historias universales idénticas:

 

“Muchos escritores opinan que la historia es cíclica, que el presente estado del mundo, con sus pormenores más ínfimos, tarde o temprano volverá. ¿Cómo se formula esa hipótesis? Diremos que el estado posterior es numéricamente idéntico al anterior; no podemos, decir que ese estado ocurre dos veces, pues ello postularía un sistema cronológico que la hipótesis nos prohíbe. El caso equivaldría al de un hombre que da la vuelta al mundo: no dice que el punto de partida y el punto de llegada son dos lugares diferentes pero muy parecidos; dice que son el mismo lugar. La hipótesis de que la historia es cíclica puede enunciarse de esta manera: formemos el conjunto de todas las circunstancias contemporáneas de una circunstancia determinada; en ciertos casos todo el conjunto se precede a sí mismo».

 

Esta preciosa definición me permitió ratificar una modestísima idea personal, una sencilla interpretación de las vivencias mundanas que experimenta un ser humano durante su existencia terrenal. En muchas ocasiones los puntos de partida y los puntos de llegada de la vida de un hombre se reencuentran casi mágicamente en un sitio conocido.

 

Esta crónica tiene su génesis en las calles Guido y Necochea, en el corazón del barrio La Perla, donde una barra de chiquilines gritaba goles aurinegros en la antesala de un clásico sabatino contra Once Unidos. Néstor, uno de los protagonistas del picadito, se soñaba periodista deportivo mientras corría tras la pelota con ínfulas de expeditivo y bravío marcador central. Pantalón cortito, medias caídas, las rodillas anchas y las patitas flacas. Dante Francisco, su papá, lo veía sonreír y le auguraba un promisorio futuro en la primera división de su amado Independiente de Mar del Plata. En tanto, Pancho Rago, su compañero de cuarto grado en la Escuela N° 2, caminaba el área menor de su arco con la prestancia de un guardameta profesional. La futura campeona mundial de Patín Nora Alicia Vega, hermana de Hugo, oficiaba como mascota del equipo.

 

Una tarde, tras una controvertida decisión del director técnico de la Décima categoría de Deportivo Norte, el pequeño Néstor se alejó del cuadro de sus amores. Rago fichó en San José y él recaló en las inferiores del Rojo hasta que el mítico Luis Raúl Cardoso puso fin a su travesía como futbolista del club de la calle San Juan. Por intermedio de un primo y unos amigos desembarcó en Libertad, institución donde pudo disputar algunos partidos en Reserva.

 

Néstor, rebautizado Patita por sus amigos, amalgamaba pasiones futboleras entre Independiente y Deportivo Norte, dos clubes que tiempo después darían vida al último clásico liguista. Los sábados pegado al alambre olímpico, detrás del arco del portero norteño; los domingos junto al Pelado y la Tota, – papá y mamá-, en la pintoresca cancha roja de Berutti y Ruta 2.

 

En la radio Raúl Ramírez narraba desde la sintonía de LU6 las peripecias de los ídolos marplatenses y a la distancia, en una especie de gran ficción radiofónica, el Gordo José María Muñoz inundaba el éter de goles y su voz llegaba nítida y estremecedora al corazón de Néstor y a la portátil de un hincha que aplaudía en Mar del Plata una finta endemoniada del Toscano Villar.

 

Al finalizar sus estudios secundarios en el Anexo Comercial, Patita Gambini, ya Pati en la consideración de los afectos más cercanos, no pudo acceder a la carrera de periodismo porque las autoridades educativas decidieron en 1976 cerrar abruptamente dicha especialidad. Comenzó a cursar Derecho pero a los cuatro meses abandonó la facultad para iniciar un variopinto recorrido laboral. Fue vendedor mayorista en una perfumería, vendió cursos de inglés, trabajó en el Banco Ganadero Argentino y en el Banco Regional Patagónico, fue empleado administrativo del Tronador y de un reconocido estudio jurídico, actividad que le permitió recibirse de Martillero Público.

 

Sin lugar a dudas, en contadas ocasiones, en medio de un combate a hierro corto, la diosa fortuna salta al cuadrilátero y saca sus mejores manos. Un haz de luz se trepa sobre la figura de uno de los púgiles y en silencio lo invita a desandar el camino de sus sueños. Impensado, imprevisto, inimaginable, inesperado trompazo al mentón del oponente. En la vida como en el boxeo siempre es menester poder descubrir y experimentar un golpe de suerte para seguir adelante.

 

Pati pudo verlo y en consecuencia adueñarse del ring y sin bajar la guardia recomenzar sus días, su destino, su futuro. Cuando tenía apenas 21 años de edad un compañero de trabajo que organizaba desfiles de ropa lo convenció para que probase suerte en el modelaje. Casi sin proponérselo fue parte del staff de “Moda Verdad” en un tradicional boliche de la avenida Constitución. Allí conoció a Jorge Gracián, quien era el locutor presentador de cada evento.

 

Su paso por la Escuela de Modelos lo acercó al teatro, otra de sus pasiones, y participó de los ensayos de “Las mujeres también han perdido la guerra”, obra que dirigía Francisco Rinaldi. Las apetencias económicas del novato actor chocaron de frente con el modesto espíritu cooperativista teatral. Cuentan algunos allegados que cuando el “modelo” preguntó su remuneración al Director este se alzó en cólera y lo mandó al mismísimo infierno.

 

Luego su historia se trasformó en una seguidilla de golpes certeros, una ráfaga de metralla sobre el hígado del adversario, un paso elegante y un apercup final y victorioso. Su amigo Carlos Libera, esposo de Alicia Lectoure, hermana de Tito, fue el autor intelectual y el responsable de sus inicios como locutor de boxeo.

 

Su debut fue un viernes por la noche en una velada que se realizó en el Piso de Deportes en el combate que protagonizaron el Campeón Argentino y Sudamericano Abel Celestino Bailone y el Chacho Páez. Al poco tiempo, siendo ya un reconocido presentador de las noches boxísticas de la ciudad, conoció a Pedro Suárez y al Ruso Jorge Jaskilioff, inquietos e innovadores periodistas de LU6 que le abrieron la puerta para ejercer la profesión periodística que había soñado de pibe.

 

En la radio fue productor, telefonista, campo de juego en las transmisiones del fútbol local, relator de box; un aprendiz vocacional que moldeó virtudes y corrigió defectos en el ejercicio diario de la tarea y escuchando los consejos de sus maestros. En 1988 la emisora lo contrató para para ser el movilero de Adolfo Fito Casini y Jorge Mondi y un año después gracias a la mediación del interventor Adrián Freijo fue incorporado como personal de planta permanente hasta 2020, año en el que tramitó y efectivizó su jubilación.

 

Su rostro y su voz se han trasformado en los últimos años en un símbolo identitario del básquet de Quilmes y del fútbol de Aldosivi. El recordado amigo y colega Jorge García Merlo le propuso en 2001 ser el presentador del Tricolor y junto a Jorge Freites, su hermano de la vida, afrontaron el desafío. En el Tiburón, en tanto, fue el Gerente Luciano Chaia quien le ofreció en 2004 la conducción, locución y animación de la previa de los partidos del verdeamarelo portuario. En ambos casos rejerarquizó la tarea, le dio una impronta única y personal. El centro del campo de juego fue su lugar elegido en el mundo deportivo para comunicarse con los simpatizantes.

 

En la charla aparecen, entre muchos, una cuidada lista de nombres propios que forman parte sustancial de sus recuerdos. El Toro Daniel Abelén, Carlitos Cubero, el Chamaco Addaro, Uby Sacco, el Narigón Sansici, el Colorado Eresuma, Mingo Loyola, el Príncipe Omar González, Juan Carlos Vilches, Cesar Leiva, Tito Yanni, Fernando Sosa, Osvaldo Rivero, todos y cada uno de los integrantes del glorioso Deportivo Norte de finales de los años 80´, especialmente el Bombillo Carlos Miori.

 

El goleador e ídolo aurinegro estuvo a su lado la fatídica tarde que el Doctor Caracassis le dijo que a su papá, el Pelado Gambini, enfermo de cáncer, solo le quedaban treinta días de vida. Acaso aquella vez fue una de las pocas veces que la tristeza lo hizo caer de rodillas y abrazarse desesperadamente a las cuerdas de su rincón. Tal vez tiempo después fue su viejo quien lo tomó de la mano y desde el cielo dejo caer una lágrima al verlo besar la emblemática lona del Luna Park, viendo además a su hijo ser anfitrión desde el centro del ring y micrófono en mano de una pelea mundialista de Omar Narváez.

 

Sobre el final de la entrevista me dice que es muy creyente, muy religioso, que le sorprende todo lo que vivió y lo que le pasó, que siente que Dios siempre lo está mirando y que su historia personal tiene mucho de casualidad. Debe ser cierto, tan cierto como que nació un 7 de junio, día del periodista.

 

Por tanto me animo y ratifico en la pantalla de mi computadora mi modesta idea personal, una sencilla interpretación de las vivencias mundanas que experimenta un ser humano durante su existencia terrenal. Cierto es que en muchas ocasiones los puntos de partida y los puntos de llegada de la vida de un hombre se reencuentran casi mágicamente en un sitio conocido.

 

La vida es cíclica y muchos nos convertimos en predecesores de nosotros mismos, damos la vuelta al mundo y años después volvemos al mismo lugar, a ese rincón mundano, único e irrepetible donde empezamos a construir y alimentar nuestros sueños. Allí está Néstor Pati Gambini, en Necochea y Guido, con su entrañable barra de amigos de Deportivo Norte, allí está contemplando el camino recorrido. Aquí está, casi 60 años después, pantalón cortito, medias caídas, las rodillas anchas y las patitas flacas…

 

Mario Giannotti

 

FUENTE:loquepasa.net