El concesionario de la Terminal Ferroautomotora marplatense quedó imputado en una causa por lavado de dinero. Néstor Otero tiene inversiones en la ciudad y fuertes conexiones con empresarios locales.
Néstor Otero es un empresario al que el kirchnerismo le otorgó varios negocios vinculados con terminales de transporte en distintos lugares del país, entre la Ferroautomotora de nuestra ciudad.
Por su parte Ricardo Jaime fue secretario de Transporte de la Nación entre 2003 y 2009. En un juicio abreviado aceptó su carácter de corrupto y pactó una pena. Uno de los casos por los que fue condenado por coimero involucra al empresario Otero. Fue Otero quien le pagó mensualmente el alquiler del departamento donde Jaime vivía mientras controlaba la concesión. Al mismo tiempo que vivía en un departamento que pagaba Otero, Jaime le extendió desde 2006 hasta 2015 el contrato de explotación de la Terminal de Retiro –por un canon menor al que venía pagando- a su benefactor. Las enormes prestaciones de Jaime a Otero fueron pagadas por el empresario con creces. La justicia comprobó que Otero le “regaló” a Jaime un hotel en Carlos Paz, una camioneta y una casa en un barrio cerrado de San Isidro. Corrupción pura y dura.
Desde ayer, Otero está imputado en una causa por lavado de dinero. El fiscal Franco Picardi abrió la investigación para determinar si el empresario cometió delito cuando utilizó en agosto de 2014 una cuenta bancaria personal en el Banco Sáenz para realizar 39 trasferencias por $ 7.480.000 a cuentas correspondientes al grupo integrado por TEBA y otras sociedades.
Picardi impulsó el inicio de la causa e imputó a Otero a partir de una denuncia realizada por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC) que recibió información del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Al expediente judicial se sumaron también reportes de operaciones sospechosas (ROS) recibidos por la Unidad de Información Financiera (UIF) respecto de sociedades que integran el Grupo Otero.
Según la imputación, Otero depositó en su cuenta personal cheques por los que otras empresas le realizaron pagos a TEBA. Y desde la cuenta de Otero se hicieron transferencias para el pago de sueldos de otras firmas que integran el grupo empresarial cuyo centro es TEBA. Para la época-según se desprende del escrito del fiscal- la cuenta de TEBA estaba embargada debido a un reclamo judicial del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por deudas del pago del impuesto de Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL). Un juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario había ordenado un embargo de $18.000.000 por la deuda de TEBA. Luego la empresa acordó un plan de pagos con la Ciudad. Como la cuenta de TEBA estaba embargada, Otero usaba la propia para mantener el giro comercial de su compañía.