Hace cuatro décadas la organización gremial, encabezada en ese entonces por Saúl Edolver Ubaldini, se movilizaba de manera masiva en reclamo de «Paz, Pan y Trabajo», días antes de que efectivos de las Fuerzas Armadas desembarcaran en las Islas Malvinas.
La CGT “Brasil”, encabezada por el dirigente del gremio de los trabajadores cerveceros Saúl Edolver Ubaldini, desafiaba hace 40 años con una masiva movilización a la dictadura cívico militar, tres días antes -el 30 de marzo de 1982- de que las Fuerzas Armadas desembarcaran en las Islas Malvinas con el doble propósito de recuperar la soberanía argentina y mantener el consenso social perdido tras la aplicación de políticas que habían generado un derrumbe económico.
Como en otros momentos de la historia argentina, la CGT se encontraba hace cuatro décadas dividida en dos centrales: una era la denominada como “Azopardo”, que tenía su sede en el histórico edificio de la central obrera, ubicado sobre esa calle, y que representaba al sector “más dialoguista”, encabezado por Jorge Triaca.
La otra fracción, llamada “Brasil”, era la más combativa y estaba liderada por Ubaldini, que contaba con el apoyo del histórico e influyente líder metalúrgico, Lorenzo Miguel, dispuso la organización de esa protesta obrera, convocada bajo el lema de por “Paz, Pan y Trabajo”, en medio de un contexto de caída generalizada del poder adquisitivo de los trabajadores.
En marzo de 1981, el general Roberto Viola asumió la presidencia en reemplazo de Jorge Rafael Videla, que se retiró tras cinco años en los que se concretó el mayor genocidio de la historia argentina.
El nuevo dictador llegó al poder justo cuando las políticas de dólar barato, alto endeudamiento, ajuste fiscal y abrupta apertura económica diseñadas por José Alfredo Martínez de Hoz -ministro de Economía de Videla- se encontraban agotadas. Los tiempos del “deme dos” y la plata dulce habían terminado.
La crisis económica provocó que en diciembre, la Junta Militar removiera a Viola, “por motivos de salud”, y nombrara como presidente a Leopoldo Fortunato Galtieri, jefe del Ejército, que contaba con el explícito respaldo del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan.
Washington veía con buenos ojos al excomandante del segundo cuerpo, fundamentalmente por el rol activo que había jugado en el envío de asesores argentinos a Honduras y El Salvador.
Lorenzo Sigaut asumió la cartera de Hacienda y pronunció una frase paradigmática en el comienzo de su gestión: “El que apuesta al dólar pierde”.
Pero tres meses después de haber jurado como ministro, propició una devaluación del peso del 30% y otra en junio por el mismo porcentaje.
Se creó un mercado cambiario oficial y otro paralelo, la divisa estadounidense, que en abril se cotizaba en 3 mil pesos, trepó hasta los 10 mil pesos en octubre.
Comenzaron entonces a producirse algunas manifestaciones de descontento: en junio, un paro del gremio mecánico de la SMATA dejaba un saldo de más de mil detenidos, mientras las principales automotrices anunciaban despidos y suspensiones.